jueves, 7 de abril de 2011

Vos sos contra mio.

Entrar a una cancha, que la gente se desviva gritando emocionada cuando por el alto parlante la voz del estadio diga tu nombre, las banderas de ilusión de la gente que espera que no te vayas nunca de su club y las minitasshhhh, no nos olvidemos las minitashhh.


Sin lugar a dudas ser una estrella deportiva es el sueño de todos los que nunca vamos a poder llegar a serlo (probablemente muchos de los que lo son, desearían nunca haberlo sido); Para nosotros, los que entramos en la cancha y sentimos la ovación de tu mismo equipo, los que en vez de gente ilusionada vemos la cara desesperanza de nuestros compañeros al no poder controlar ese pase al pie, para nosotros a los que el cuerpo falla en cada uno de los movimientos que el cerebro imagino (Ronaldo, yo te banco se lo que se siente), para todos nosotros, lo único que nos queda son los picaditos semanales con los compañeros de trabajo/estudio/loquesea.

En mi caso en particular, disfruto mucho jugar al fútbol. No soy habilidoso, no desbordo magia, pero considero que le pongo huevo (a veces, encima a veces...que desastre por dios). Si hay que meter, meto. Pero tanta entrega no tiene resultados (casi como la vida misma).

El problema surgió cuando ante tanta bestialidad deportiva (usando la peor versión del adjetivo), el mismo fútbol decidió alejarme de las canchas. Partido a partido empezó a ponerme obstáculos en el camino, obstáculos en forma de lesiones algunas ridículas y otras no tanto (nunca fueron serias, solo NO tan ridículas).
Tal es la situación que en estas ultimas semanas tengo mas recuerdos de las lesiones que tuve que de los goles convertidos. Cada victoria para mi es terminar el partido medianamente bien, si me puedo volver caminando a mi casa para mi es un golazo de media cancha.

Esguince en la muñeca derecha y en los 2 tobillos, una especie de fractura maricona en la rodilla, huecos en la rodilla que ya no cicatrizan porque no tiene sentido, uñas de los dedos gordos del pie que se salen constantemente, golpe en el ojo que me hizo sentir un stallone tercer mundista, una pantorrilla con una pelota de ping pong en el medio y un dedo del pie totalmente negro y casi sin movilidad por 1 dia (rozando la fractura, este es nuevo :D), son el saldo al día de la fecha.

Sin lugar a dudas cada vez que entro a un partido me siento un Crash Dummie.

Pueden decirle que esto es culpa de que soy un caballo, pueden decir que los rivales me ajustician para frenar tanta habilidad (bah, esto lo digo yo nomas), pueden decir que es Karma (aunque no lo creo porque como siempre digo, "Fui al Fútbol Juez!"); pero en el fondo se y tengo la certeza que el fútbol me quiere alejar de las canchas. Soy la vergüenza del deporte y es normal que esto pase cuando uno es malo, el deporte lo echa. Le paso a (anota), Pele, Havelange, Blatter y al chupamedia del colorado Mc Allister. Le esta pasando a Palermo, a Fabbiani y al vende patria de Schelloto. Me esta pasando a mi.

Pero fútbol, sabelo, tengo algo con lo que vos no contas, tengo la obra social al dia che gil!, así que segui intentando lesionarme, yo ya tengo el turno reservado en el de urgencias para los martes a la noche, seguí poniendome trampas en el camino de este pobre huerfano de habilidad, que yo la voy a seguir mandando a la calle estando a 2 metros del arco y sin arquero, y cuando lo haga me voy a poner las manos atrás de la oreja y voy a salir corriendo escuchando como sufrís, como pedís a gritos "Pito, por favor terminelo que este muchacho es una salchicha con patas!".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja, informático el hombre. Es lo que siempre hablamos en el trabajo, si hay que organizar contra otro equipo un partido, que sea de informáticos, por que si jugamos contra un equipo de albañiles nos comen en la cancha.